Árbol
del conocimiento del Bien y el Mal
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extraída de: www.supercoloring.com
Les
hablaré sobre el bien y el mal.
O
sobre lo bueno y lo malo.
Pero
no lo feo porque parecería una película que yo sé de western.
Fuera
bromas.
Para
iniciar esta entrada, les haré una pregunta: ¿de dónde creen
ustedes que viene el concepto de el Bien y el Mal?
Les
responderé rápidamente: es una creación humana.
El
concepto digo.
¿Cómo
que no?
Un
león mata a las crías de su antecesor para poder iniciar su
reinado.
Con
ello consigue que las hembras entren en celo y así poderlas
fecundar.
Se
inicia su saga.
¿Cree
usted que el león conoce el Bien o el Mal?
¿Que
sabe diferenciarlo?
¿Ha
respondido rápidamente la pregunta, o tiene dudas?
El
león, ni sabe que existen.
El
concepto de el Bien o el Mal, le vuelvo a repetir, es humano.
Otro
ejemplo.
Una
mujer es asaltada dentro de su casa. Durante el forcejeo con el
ladrón consigue hacerse con un cuchillo y se lo clava al corazón y
lo mata.
¿Para
usted sería el Bien o lo bueno, o sería lo malo?
Cambiemos
los papeles con el mismo escenario.
Ese
mismo hombre, el asaltante, durante el forcejeo con la mujer, coge el
cuchillo y se lo clava al corazón de la mujer.
¿Eso
sería el Mal?
El
hecho es el mismo.
Clavar
el cuchillo y matar una persona.
Violencia
total. Como el león.
Son
nuestras normas morales las que dictaminan que ese mismo acto sea
considerado como el Bien o el Mal.
La
violencia, existe en los dos.
Dicha
dicotomía del Bien y del Mal ha sido creada por una mente moralista
que nos ha querido instruir y llevar hacia el camino de lo que se
considera lo correcto o bueno y moral o lo incorrecto, malo e
inmoral.
Ningún
animal, excepto el ser humano, es capaz de separar o definir una cosa
de la otra.
Que
yo sepa, vamos.
Los
animales, actúan, por instinto, no por moral.
En
cambio, el ser humano cataloga el acto según sus normas morales.
Pero
el acto, en sí, que origina el hecho a calificar, existe y siempre
existirá.
Y le
preguntaré, ¿por qué cree que se crearon las normas morales para
separar dichos actos y catalogarlos como el Bien y el Mal?
Es
una buena pregunta que igual yo ni se la sé responder.
Lo
intentaré a mi manera.
Para
eso, nos vamos unos 2.600 años atrás.
No
mucho más.
A no
ser que alguien diga lo contrario, no se tienen conocimientos
escritos que nos lleven más atrás.
Entonces,
¿antes existía el Bien y el Mal?
Pues
claro. No tenemos dudas de eso.
¿O
sí?
Le
diré que los actos malvados siempre han existido.
Y
actos de heroísmo, altruistas y de gran valor moral, también.
Pero
nadie los catalogaba.
Los
hacían y punto.
Pero,
vayamos a la primera pregunta que es la que nos interesa.
La
definición del Bien y el Mal.
La
de la creación de las normas morales.
Para
eso, tenemos que tener claro que el ser humano es un animal racional.
Algunas
cosas nos diferencian de los otros animales.
Digo
yo.
Bueno…
algún burro suelto hay por este mundo y es humano.
Vaa,
sigamos.
¿Cuando
nos hicimos racionales? No lo sé.
Por
la evolución, supongo.
Lentamente,
claro.
En
nuestra evolución el ser humano comienza a hacerse intelectual.
La
comunicación, el contacto con otros grupos, el amor y apego, la
caza, el arte, la confección de utensilios para diferentes usos,
construyen nuestro sistema cognitivo hacia lo racional e intelectual.
No
es hasta el nacimiento de los grandes filósofos que se quiere
definir esa racionalidad y separar nuestros actos.
Catalogar
lo bueno de lo malo.
Separar
el Bien del Mal.
Los
animales actúan por impulsos, por instintos, por necesidades.
El
humano tenía que separarse de esos impulsos y actuar bajo unas
normas éticas.
Un
comportamiento dirigido hacia lo correcto que nos diferenciaría de
lo que hasta ahora habíamos sido: animales.
Se
preguntaron el cómo definir esa transformación y cómo instruir a
un conjunto próximo o alejado.
Mediante
enseñanzas orales y, lo más importante, escritas que indicasen qué
era el Bien y el Mal.
Un
legado que nadie podría detener.
Tradiciones
filosóficas antiguas nos dijeron que dentro del Bien existía el Mal
y dentro del Mal existía el Bien.
Yin y
Yang.
Una
dualidad que, aunque diferente, existe en el ser, el mundo y el
universo.
Dos
principios opuestos pero que dependen el uno del otro, si no, no
pueden existir y, por tanto, no es necesaria la ética o la moral.
Pero
que uno, el Bien, es lo que nos diferenciaría del ser irracional.
Antiguas
civilizaciones, para hacernos comprender lo que pasaba en la
naturaleza, en los seres, en los actos de los propios humanos,
crearon dioses y les pusieron nombres y nos quisieron hacer entender
que según el suceso era creado por un dios enfurecido o benévolo
que a veces nos castigaba o nos premiaba por nuestros actos.
Poseidón castigando a los Humanos.
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Actos
relacionados con el Bien o el Mal, siempre.
Religiones
que para reforzar esa idea del Bien y del Mal pusieron iconos: Dios,
el Bien; el Diablo, el Mal.
Dios y el Diablo manteniendo un pulso.
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Otra
ramificación del camino filosófico que nos quería hacer entender
que formaba parte de nosotros.
Utilizando
imágenes hermosas o abominables nos hacían comprender, marcarnos en
nuestras mentes que lo bueno y lo malo eran diferentes el uno del
otro, pero paradójicamente estaban integrados en un cuerpo.
Una
imagen vale más que mil palabras para reforzar la idea.
Y
ese cuerpo, dirigido por una mente cada vez más instruida, tenía
que saber elegir entre el Bien y el Mal.
Que
eramos nosotros, con nuestros actos, los que elegíamos hacer el Bien
o el Mal según las normas morales dictadas por los grandes líderes
filosóficos, moralistas o religiosos.
Escribieron
largos tratados filosóficos para indicarle a la sociedad qué era lo
bueno y lo malo.
Lo
repito, sí.
Prueba
de ello son las distintas normas que se crearon, se crean y se
crearan para dirigir una sociedad hacia lo correcto o racional o lo
incorrecto o irracional y saber diferenciar entre lo que es el Bien y
el Mal.
Hacia
dónde se tenían que dirigir los actos humanos.
Algunas
religiones las hicieron escuetas, cortas, entendibles y fáciles de
recordar.
Prueba
de ello son los Diez Mandamientos. Solo diez!!
Corto
pero es todo un decálogo ético moralista.
En
la actualidad, los modernos pensadores quisieron diseccionar aún más
el concepto del Bien y del Mal.
Palabras
que eran un todo muy genérico.
Catalogaron
nuestros actos de tal manera con grandes códigos civiles o penales,
cambiantes y adaptables a los tiempos, para así poder diferenciar lo
que es el Mal del Bien.
Tipificaron
el Mal.
Y
dentro del Mal puede haber un mal muy malo, o un mal que, aunque no
es bueno para nuestra sociedad, no es tan grave, pero en definitiva
es el Mal.
Prueba
de ellos son los Homicidios, Asesinatos, los Hurtos, los Robos con
fuerza y un largo etcétera en que un mismo perjuicio puede ser
tipificado de distintas maneras.
Un
mismo acto, la posesión material o de la vida, pero definido según
cómo se haya hecho.
Si
se han utilizado armas, si se ha producido de día o de noche, el
valor de lo robado…
Todo,
circunstancias agravantes.
Sus
actos, siempre serán determinados por una sociedad cambiante que le
dirá si ha hecho el Bien o el Mal según los tiempos y pensamientos.
Pero
recuerde, el Bien y el Mal, siempre existirán ya que es intrínseco
de los seres vivos.
¿Cuando
nació? No lo sé.
Pero
la posesión de lo material, una manzana, por tanto algo material,
según la religión fue su inicio.
El
ser humano es fácil de corromper. Es materialista.
Muchas
veces sus actos se dirigen hacia el Mal.
Muchas
veces para conseguir un beneficio material o la vida de una persona.
Nada
más motivan los actos de las personas.
Diferente
del Bien que solo da un beneficio espiritual; por tanto, inmaterial.
No
visible; no palpable.
El
Bien y el Mal le acompañaran a lo largo de su vida, siempre en el
momento de elegir como gestionar sus acciones o pensamientos para ese
deseo material.
Elija
el Bien, todos saldremos ganando.
El
problema nos vendrá cuando sean los otros que, movidos por ese
interés material, elegirán un camino que no nos es nada
conveniente: el Mal.