sábado, 13 de marzo de 2010

Tentaciones y Consecuencias II.


Antaño, de joven, subí un peldaño
Con tiempo pasado, de viejo, dos he bajado
¡Por Dios! Que cada vez me encuentro más depauperado,
¡conociéndome ya como el hombre más tacaño!

Asesinato, robo, intimidación…,
todo ello he tenido que hacer para recuperar mi posición.

Qué triste es mi vida, tener que hacer todo esto
y pasar por la penosa humillación
 de no conseguir nada pidiendo limosna y siendo molesto
y con ella sumirme en la desesperación
para que además me llamen el hombre que todo lo protesto
cuando me dirijo ante cualquier administración.

¡Justicia es lo que pido! Y justicia es la que tuve.

Alguien herido en sentimiento, cuerpo y posesiones
me identificó como ladrón, malhechor y furtivo
 ¡Y tuvo muy buen acierto! ¡Y dos cojones!
pues al propinarle una pedrada, como hombre primitivo
no obtuve un buen tino, dejándole malherido y lleno de bubones
para yo salir corriendo sin pedrerías ni efectivo.

Apresado, esperando sentencia estuve
en mazmorra recóndita, fría y lúgubre
en donde nada más que otra cosa obtuve
que sentencia a muerte delante de la muchedumbre.

Y ahora aquí me veis, aún todo entero
estirado, pataleando, colgando de certero dogal
que apretándome mi garganta y la parte cervical
va ha conseguir que aunque haya sido hombre poco sincero,
sin poder hablar, sólo utilizando mi poder mental
os diga última verdad: ¡no quiero abandonar mundo terrenal!

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