lunes, 8 de marzo de 2010

Día 8 de Marzo: Día de la Mujer Trabajadora.


Habíamos decidido que saldríamos a comer. Cenaríamos y después bailaríamos y  seguro cantaríamos entonando alguna que otra canción. En fin, como cualquier otra noche de fiesta guiada por nuestra desenfrenada locura.  
Una llamada de mi mujer lo anuló todo. No quiso decirme el porqué. 
Mis sueños se habían esfumado. Me puse a cocinar lo poco que quedaba en la nevera. Ella  vino, entró y me saludó. Había regresado pronto del trabajo. Desde la cocina le devolví el saludo efusivamente. Al verme se puso a llorar. Desconocía su motivo, su preocupación o su desdicha. Me hubiese gustado huir, o esconderme, y no ver aquella cara llena de angustia y preocupación. Pero recordé que yo era su marido, que era el hombre de su vida, que era, en definitiva, el ser al que más quería y del que necesitaba todo su apoyo. No podía abandonarla en esos desconcertantes momentos. 
Subí hasta su habitación. Allí estaba, encogida, encorvada encima de la cama. 
- ¡Hoy, no saldremos!
Lo afirmó con una extraña y severa rotundidad. Siempre estaba dispuesta a salir, a divertirse sin importarle nada y a la mañana siguiente se levantaba, sin esfuerzo y se iba a currar. 
- Si eres bueno para salir, luego hay que ser bueno para ir a currar -decía.
Me hizo pensar profundamente qué podía haber pasado. Cuál era el motivo tan grande para que ella decidiese perderse una noche de relax. 
Al ver mi rostro enterrado en el desconocimiento me pidió perdón. Después, se puso a reír, motivo el cual aumentó más mi desconcierto. Comprendí que algo serio pasaba. La abracé y acaricié su abultada barriga. Su cuerpo ardiente comenzó a temblar mientras yo intentaba darle todo mi afecto, todo mi cariño, todo mi amor. Quería que supiese que pasase lo que pasase yo siempre la amaría. Me miró fijamente a los ojos y me apartó suavemente, dedicándome algunas caricias. Quería olvidar, así que se levantó, cogió su estampado de tela y se dispuso a tejer. Le encantaba hacer maniobras con la aguja. Entremezclar el colorado hilo con la tela blanca para crear nuevas formas. 
Sus pensamientos negativos desaparecerían sumiéndose ella solamente a la exigente concentración que requería su estilo. 
Sólo tuve que esperar a que llegase el momento en que ella se encontró más relajada para saber qué había pasado. 
Me lo dijo: la habían despedido del trabajo, supuestamente, por reducción de personal.

Foto:  crecerfeliz.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario