jueves, 4 de marzo de 2010

TENTACIONES Y CONSECUENCIAS:


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I
¡Ay por Dios!, no me dejéis en el camino
porque me he quedado en el caminar
vacilé por un momento por causa del destino
y ahora éste ya no me deja retornar.
Él me puso en aquel lugar de tentación
en el que comida, alcohol y bella mujer
me acompañaron hacia la segura perdición.
¡En verdad, son cosas que nadie se las quiere perder!
Mi falta: el dudar; el pago: la muerte.
Dudar, porque hombre joven, falto de carne y escaso de medios
no puede evitar caer en tentación casi divina
que enmascarada con el título de “la de los grandes remedios”
sólo quiere poseerlo y quitarle dinero siendo garduña fina.
Muerte, porque hombre apoderado de tales sustancias
no puede encontrar gran sosiego
en atender labores de debida importancia
completamente prohibidas para hombre ciego
que llevando máquina infernal en su mano
no ve más que la propia ignorancia
la conduce con temeridad y arrogancia
encontrándose seguro resultado: precipitarse por el altozano.
Y ahora ya nada se puede hacer más que el llorar.
Llorar por muerte joven encontrada simplemente por dudar
que ahora delante del altar se arrepiente
por ser algo más que inconsciente
en, omitido de facultades, querer la máquina gobernar.

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